Hablar del Rally Dakar en moto es hablar inevitablemente de Laia Sanz, una de las pilotos más destacadas en la historia de la competencia. La española inició su trayectoria deportiva en el trial, disciplina en la que cosechó múltiples campeonatos mundiales y europeos, sin embargo, su incursión en el rally marcó un antes y un después para el motociclismo femenino.
En 2011 debutó en el Dakar con apenas 25 años y desde entonces se convirtió en referente, rompiendo esquemas en un terreno dominado casi en su totalidad por hombres. Su progresión dentro del rally fue notable. En 2011 logró terminar la competencia en la posición 39 y obtuvo el reconocimiento como mejor debutante femenina. A partir de ahí, cada edición mostró una evolución constante, con un punto culminante en 2015, cuando consiguió una histórica novena posición absoluta, siendo la primera mujer en alcanzar un top 10 en motos dentro del Dakar. Este logro consolidó su lugar como pionera y como una de las competidoras más respetadas por sus rivales.
Laia Sanz completó once ediciones consecutivas del Dakar en moto, un récord que pocos pueden presumir, y en todas ellas consiguió terminar la carrera, algo que habla de su talento, resistencia y mentalidad. Más allá de los resultados, lo que la convierte en una figura icónica del motociclismo es la manera en que abrió camino a otras mujeres, demostrando que la exigencia extrema de esta disciplina no tiene género.
Hoy en día, aunque ha incursionado en otras categorías como autos y Extreme E, el nombre de Lai Sanz está ligado para siempre al motociclismo y al Dakar. Su historia es un testimonio de perseverancia y pasión, y su legado inspira a nuevas generaciones de pilotos que sueñan con enfrentarse al desierto en dos ruedas, siguiendo sus huellas.
Recientemente, la piloto española anunció su regreso al Dakar, esta vez sobre cuatro ruedas, al integrarse al equipo EBRO, marca que revive con fuerza dentro de la competencia. Aunque ahora el reto será distinto, el espíritu que la impulsó en cada kilómetro del desierto en moto la acompaña, reafirmando su lugar como una de las figuras más versátiles y emblemáticas del rally.